domingo, 15 de marzo de 2009

Enjoy the silence

Con tanto ruido alrededor es imposible no sentirse tentado por la imposición del silencio.

Paul Klee


Ella ruge, nosotros jugamos. Paul Klee.

domingo, 8 de marzo de 2009

La golonrisa de Huidobro

Altazor - Vicente Huidobro
¿Quién recogerá las manzanas
donde aún puede vivir un sol de otra época?

Jorge Teillier

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.Una de las críticas mayores que se efectuaron a la estética creacionista fue el hecho de que, en puridad, nunca algún poema haya podido establecerse en un orbe enteramente independiente. Paradójicamente, muchos pseudocríticos y pseudopoetas de última hora esgrimen, como argumento contra todo tipo de poesía no normalizada, y en la que atisben ciertas derivaciones vanguardistas, críticas o indagatorias, la cantinela de que se aleja de lo humano y dicha poesía se erige en bramidos sin sentido (como si una compleja ecuación, pongamos por caso, no fuese un producto y una creación enteramente humana). ¿No decíamos, pues, que ninguna poesía puede dejar de decir, de expresar? Y esto por una sencilla razón: el lenguaje es siempre significativo. Incluso la crítica del significado lleva implícita en sí la enunciación de otro significado, que no es más que otro de los sentidos de lo decible (una analogía con la paradoja del escepticismo pirrónico que, al negar la toma de partido, implica ya una postura frente al conocimiento; o como dijera en un poema Ángel Crespo: «la misma palabra No lleva implícito en su corazón elástico y redondo un insidioso Sí»). Por otra parte, habría que recordar que el lenguaje ordinario tiene una semántica gobernada por el mero consenso; es decir, que las relaciones entre los objetos y las palabras son artificiales, determinadas por nosotros. El significado es una arbitrariedad derivada. ¿Cómo se va a alejar de lo humano cualquier matriz simbólica, cualquier lenguaje, si uno de los atributos del hombre es, precisamente, ser un animal simbólico, creador de lenguajes? ¿Qué estatuto puede adquirir un poema si sólo se limita a ser la explícita enunciación de perogrulladas y simplezas, si no consiente la incertidumbre o la extrañeza?

.Aunque escritas y pronunciadas con una vehemencia inusitada y casi infantil, podríamos suscribir las célebres palabras que Huidobro profirió en su conferencia en el Ateneo de Madrid en 1921: «Yo tengo derecho a querer ver una flor que anda o un rebaño de ovejas atravesando el arco iris, y el que quiera negarme este derecho o limitar el campo de mis visiones debe ser considerado un simple inepto». ¿Bajo qué ordenanzas inexplicables puede limitarse el campo de acción expresiva de la poesía?
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En Manifiesto de manifiestos, por su parte, Huidobro, creo que con razón, se quejaba de la preponderancia que los surrealistas concedían al automatismo psíquico. ¿Cómo iban a separar la razón de cualesquiera otras acciones del intelecto? ¿Cómo podían asegurar que sus producciones eran eminentemente objetos lingüístico-simbólicos del subconciente? La voluntad de escribir, el hecho de sentarse frente a la temida hoja en blanco, presupone ya la intervención de la volición y la consciencia. En contra de las tesis surrealistas, Huidobro hacía intervenir en la creación poética el concepto de superconsciencia: confluencia de todos los estratos psíquicos del poeta. Sin duda una de las críticas que podría hacérsele al poeta chileno es que considerase como única vía posible de la poesía toda manifestación alejada de lo cotidiano [1]. Comprendemos, no obstante, que su pensamiento operaba bajo el cauce del radicalismo vanguardista. Aunque puede matizarse algo: provenga de donde provenga el material, el estrato o la imagen que sustenta el verso –así se trate de alusiones cotidianas- la esencia de lo poético radica en la distorsión de la mirada: lo ya visto o formulado previamente ha de poder verse, mediante el poema, como si lo contempláramos por primera vez:

.«Un poema sólo es tal cuando existe en él lo inhabitual. Desde el momento en que un poema se convierte en algo habitual, no emociona, no maravilla, no inquieta más, y deja, por lo tanto, de ser un poema, pues inquietar, maravillar, emocionar nuestras raíces es lo propio de la poesía». [2]

.También podríamos recordar aquí unos memorables versos de Alejandro Krawietz a propósito del establecimiento de una mirada otra, capaz de envolver al sujeto en la virginidad de lo observado: «Una mirada limpia de cualquier mirada. Nada más ofrece este lugar. // Miro // Lo que veo ha sido mirado por primera vez». Cierto: el poema de Krawietz habla más bien de la prístina limpidez que brinda el lugar, pero es pertinente en tanto referencia una capacidad de fulgir en la palabra esa suerte de luz acuosa, densa.
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La crítica, con carácter unánime, ha solido encarnar en Altazor la contribución central de Huidobro a la poesía vanguardista. A pesar de ello, cierta incomprensión ha rodeado la difusión y el entendimiento de ese complejo poema. Uno de los aspectos más palpables ha sido su falta de unidad, se ha reiterado como fórmula del hastío. Creo que esa crítica obedece a una preconcepción tradicional del poema y de la obra literaria en general, definidos como entidades cerradas (acaso como atávica reminiscencia de la idea de Francis Hutcheson según la cual la belleza se percibe cuando un objeto presenta una adecuada mezcla de uniformidad y variedad o, más precisamente, la cualidad de mostrar la uniformidad entre la variedad). Altazor, evidentemente, es un inmenso poema que propone y postula la multiplicidad, lo heteróclito. La explicación meramente biográfica que atiende a su construcción a lo largo de períodos de efervescencia seguidos por alejamientos, contribuyendo así a su carácter de creación intermitente, no aclara nada la situación. Pretende explicar el poema por reducción a su forma de composición. ¿Y cómo se interpretaría, por otra parte, la voluntad de Huidobro de que el poema permaneciese de esa manera? Como expresa certeramente René Costa, «El texto es más bien una obra en progresión discontinua, repentinamente conclusa, congelada como "obra abierta" en el momento de ser entregada a la prensa». Altazor es una vasta empresa verbal de asimilación y expresión de los distintos modos que habían engendrado los sucesivos movimientos de vanguardia, pues, a pesar de que el poeta chileno manifestara públicamente cierto encono hacia el futurismo, y un distanciamiento premeditado del dadaísmo y del surrealismo, lo cierto es que a través de los siete cantos de Altazor puede verificarse y registrarse la introducción de prácticas provenientes de esos ismos.
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Otro aspecto preocupante de la crítica que ha rodeado al poema y a la figura del poeta ha sido generada, pienso, por un repudio personal, probablemente suscitado por la polémica personalidad de Huidobro. No exento de ingenuidad, el aparato teórico huidobriano adolece de una mistificación de la imagen y la misión del poeta. Había dicho que dicha crítica resulta alarmante pues incurre en reducciones biográficas y diatribas pretéritas sobre la gloria literaria que no podemos admitir, salvo porque deseemos eludir un juicio literario a favor de exégesis ideológicas apriorísticas. Bien es cierto que, como escribiera el también poeta Enrique Lihn , «el poema no sufriría una lesión orgánica si se le suprimiera parte de sus miembros», especialmente cuando Huidobro se regodea en la dilatada y morosa repetición con mínimas variaciones del sintagma "molino de viento" (y señalo solamente el que creo es el momento más fatigoso de toda la composición). No obstante, a pesar de los altibajos ineludibles de Altazor, el poema persiste como campo inexplorado en su amplitud de ideas (por más que abogara por el desapego de los objetos fenoménicos dados en una percepción primaria, sus versos reflexionan y divagan sobre las posibilidades del mismo lenguaje así como sobre infinidad de temas; véase, por ejemplo, el segundo canto, dedicado a la mujer), concitador de tonos variados donde el sujeto enunciativo se deshace y rehace en múltiples instantes. Subyace a los siete cantos un ansia de aprehensión total tanto del mundo como de las posibilidades expresivas. Podría verse en el viaje en paracaídas de Altazor un trasunto de la conciencia humana: antipoeta y mago, su desangramiento consiste en padecer la angustia del vocablo: atisbar el abismo insondable que se abre entre la palabra y el objeto.
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Notas:
.[1] Habría que apostillar que Huidobro se oponía al carácter meramente representacional, al hecho de que la poesía no fuese más que una sierva referencial de los objetos externos, no a lo cotidiano en sí, siempre y cuando hallase el fermento de lo creado. En efecto, en su Manifiesto de manifiestos encontramos estas palabras: «Es evidente que nada de aquello a que estamos acostumbrados nos emociona. Un poema debe ser algo inhabitual, pero hecho a base de cosas que manejamos constantemente, de cosas que están cerca de nuestro pecho, pues si el poema inhabitual también se halla construido a base de elementos inhabituales, nos asombrará más que emocionarnos». De todas maneras, esta limitación me parece innecesaria.
[2] El propio Huidobro en el citado Manifiesto de manifiestos.

viernes, 6 de marzo de 2009

Analectas

Recupero un fragmento de un ensayo fundamental debido al poeta Francisco León en el que se realiza una interesante crítica sobre los modos perversos que cierta tendencia, de cuyo nombre no quiero acordarme, ha propugnado durante las dos últimas décadas en la poesía española (y que, en rigor, no ha hecho sino reproducir esquemas reduccionistas con antecedentes en cierta poesía del período franquista), y su apuesta por una reorientación crítica.
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«La llamada nueva poesía española y sus estrategias operativas, oponiéndose a los hitos fundamentales de la modernidad de raíz romántica, simbolista y vanguardista, al mismo tiempo que parecía evolucionar en sus estrategias, disolvía en el seno de su propia estructura aquello que propugnaba, o creía preconizar, es decir, la admisión de todo pensamiento utópico superior y, por tanto, de toda genealogía moral y trascendental del arte verbal. Por consiguiente, y urdido con difusas y agarrotadas ideas neomarxistas, bajo el bondadoso lema de una poesía comprensible por todos y escrita en el lenguaje corriente de la gente, se operaba una vieja estrategia de abaratamiento de la así llamada información estética. Se trataba de un resultado previsible y ya conocido desde la imposición en España de las poéticas "realistas" frente a las "irrealistas", para usar la afamada y grotesca terminología antinómica de José María Castellet. Este intento de repragmatización del lenguaje poético, más destinado presumiblemente a ganar una fácil y masiva recepción lírica, que un cambio de dirección en la organización de la conciencia social de España, dio como resultado la vulgarización de los supuestamente novedosos contenidos crítico-realistas de la recién inventada poesía española –si bien logrando, como se sabe, de paso, la execración de las poéticas de acento meditativo, trascendente o metafísico-. Lo hemos dicho de otro modo en diversas ocasiones: el camino verdaderamente axial, la estirpe de raíz moderna abierta por la poesía prebélica en España pasó a ser, a partir de los años cuarenta, pura marginalidad en unos casos, excentricismo elitista en otros, confusionismo para algunos o, en el mejor de los casos, maestros que habían perdido toda vigencia histórica, para usar unas conocidas palabras. (…) La tan famosa vuelta a la realidad rehumanizada –por cierto, pocos conceptos como el orteguiano "arte deshumanizado" (tan mal comprendido y descontextualizado entre nosotros), han hecho más daño en nuestra historiografía-, planteada una y otra vez desde los años cincuenta hasta acá, no sólo desvía la atención del lector de aquello que parece la verdadera naturaleza del fenómeno poético, sino que perpetúa el viejo tópico que nos ha hecho creer que los lenguajes experimentales heredados de la vanguardia, es decir, los lenguajes de operación epistemológica y, por tanto, los lenguajes que nos conducirían a una modernidad ampliadora y desprejuiciada, carecen, en nuestra tradición, de importancia real. Se llegó a pensar que todo lo que surgiera de esa tradición central, puesta en duda una y otra vez, suponía una reorientación inhumana, y aun escapista, por causa, fijémonos bien, nada más y nada menos que por sus contenidos altamente filosóficos, culturales o espirituales. En fin, una reorientación que se alejaba de la gente de la calle, de sus necesidades inmediatas o de sus desdichas diarias.
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La
vuelta a la realidad propuesta por la poesía posmoderna española se convirtió rápidamente en una fuga imparable hacia los aspectos más superficiales y anodinos de la realidad, lo cual, en sí mismo, no hubiera representado mayor problema si a esa fuga ideológica no se hubiera sumado la exención de las responsabilidades sobre los aspectos materiales del lenguaje poético adquiridas por el poeta moderno desde las reflexiones de Poe, Mallarmé, de Baudelaire, Maiakovski o Valéry, por citar ejemplos dispares».
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Francisco León, Reorientación de la poesía. En Piedra y cielo. Revista de Poesía, Arte y Pensamiento, nº 3, pgs 13-14.

martes, 3 de marzo de 2009

¿¿Qué??

No voy a hablar de ello hoy. No lo haré, repito. Me contuve cuando leí aquel texto de Chantal Maillard sobre pensamiento y poesía que apareció en Babelia. Tuve que realizar un enorme esfuerzo. Me contuve, asimismo, hará dos días, al leer la reseña (démosle un sustantivo aleatorio) sobre Carne de píxel en Poesía digital. Pero hoy ya me han hundido. Yo no quería jugar a ese juego, que no, les dije. Pero no hay manera. Sokal, Sokal. ¿Me atreveré a escribir su nombre, Irigaray, o también allí hallaré ecuaciones sexuadas?

viernes, 20 de febrero de 2009

Usureros usados. Opulentos avaros

De lo sórdido queda en el círculo oscuro
solamente un color y un signo fríos.
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José Ángel Valente (Siete representaciones)

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Escena I: Grandes entidades financieras quiebran (con imágenes muy dramáticas de administradores y contables tirando con fuerza de sus cabellos).
Escena II: Escándalos de corrupción (en la proyección de las imágenes no debe discernirse con claridad lo privado de lo público: unos animales con asombro creciente han de advertir que los rostros de los cerdos y los humanos se asemejan cada vez más como en el último párrafo de Animal Farm).
Escena III: Una hoja de papel con alarmantes datos económicos.
Escena IV: un mimo desde una casa presidencial se queja de la usura.
Escena V: una mujer parte un trozo de carne de otro ser humano y se lo brinda a un niño (todo debe contemplarse de una manera muy patética, con un lenguaje visual demorado).
Escena VI: Zoom- entonces comprendemos que la escena anterior corresponde a un anuncio publicitario-. Un joven simpático nos conmina, con tono jocoso, a unirnos al Banco X, donde le aseguramos que no tendrá que probar carne humana.
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La usura. Las palabras de ciertos gobernantes sobre la usura. La usura de los bancos, dicen. Pienso en Pound («And as to why they go wrong, / thinking of rightness»). Me detengo un instante a contemplar una página con algunos signos -desbordante usura de la tinta sobre la hoja, economía verbal- y apenas susurro, tiene usted razón, maestro.

*

Un hombre
de tal

avaricia que
si

le dieran
un

universo él
pediría

hoyos
negros.

.....................................................A. R. Ammons

miércoles, 18 de febrero de 2009

Analectas

Las cosas enteras

En un campo
soy la ausencia
de campo.
Siempre
sucede así.
Dondequiera que esté
soy aquello que falta.

Si camino
parto del aire
mas siempre
vuelve el aire
a llenar los espacios
donde mi cuerpo estuvo.

Todos tenemos razones
para movernos: yo me muevo
por mantener
enteras a las cosas.

...................................................Mark Strand

martes, 17 de febrero de 2009

De las posibilidades del lenguaje

Y el avión trae un lenguaje diferente
para la boca de los cielos de siempre.
Vicente Huidobro (Altazor, Canto III)


Leyendo Recapitulaciones, el conjunto de reflexiones en las que el poeta mexicano Octavio Paz meditaba sobre el hecho poético, me topé con una sentencia que me deslumbró o mejor sería decir que me alumbró, me desveló un sendero ubérrimo, preñado de posibilidades en lo poético. No quiero con ello admitir que entreví algo novedoso u original, sino que la lectura de ese fragmento obró en mí lo que he dado en llamar «la apertura del sentido» o de los sentidos, siempre y cuando se comprenda que dicha ruptura de los moldes de la concepción de lo poético apunta tanto hacia el sentido como significado o como dirección, y al sentido como capacidad de asimilación o de percepción sensorial. Dice Paz:

«La poesía y la matemática son los dos polos extremos del lenguaje. Más allá de ellos no hay nada –el territorio indecible; entre ellos, el territorio inmenso, pero finito, de la conversación».


En efecto: las matemáticas y la poesía signan dos modos diversos del lenguaje humano. Delimitan, en su radical extremidad, dos modos divergentes tanto en sus propósitos como en sus medios, de decir. Circunscriben el campo de amplitud, describiendo imaginariamente una curva entorno a lo expresable. Hans Magnus Enzensberger, en el libro Los elixires de la ciencia, hacía confluir a la ciencia, la poesía y la filosofía en la matriz germinal del mito. Consanguinidad de la palabra: ecuaciones, silogismos, metáforas: construcciones verbales. Sin embargo, los distintos lenguajes generados por los hombres han pervivido no de manera esencial, pura, sino contaminándose en una inalterable sucesión de coitos. ¿No son, tanto la filosofía como las distintas disciplinas científicas verdaderos bosques de metáforas? ¿No ha acarreado toda reformulación de lo poético una íntima religación con los sustratos epistemológicos dados por válidos en un momento dado?

«Detrás de todo gran sistema filosófico hay una imagen poética generadora», dejó escrito José Ángel Valente en su ensayo Poesía, filosofía, memoria, recogido en La experiencia abisal. El mismo Valente que, años atrás, escribiera en verso y utilizando la máscara de Maquiavelo (en el poema titulado Maquiavelo en San Casciano y perteneciente al libro La memoria y los signos):

Se apaciguan las horas, el afán o la pena.
Habito con pasión el pensamiento

Habitar con pasión el pensamiento. Ciertos cenáculos en nuestra geografía poética reciente acuden a maridar poesía y filosofía –donde filosofía parecería ser exclusivamente un eufemismo de metafísica-. Inhabitable reducción del pensar a lo filosófico y de éste a lo metafísico, algunos reniegan de la capacidad de pasión poética que llevan implícitas las imágenes poéticas generadoras –utilicemos la expresión citada de Valente- de la ciencia.

Interrogado sobre los motivos que le movían a acudir a clases de química en la Royal Institution, Coleridge respondió que se tomaba tal molestia para enriquecer sus provisiones de metáforas. Novalis, otro gran poeta romántico instruido en diversas ramas del saber de su época, vertió en sus fulgurantes –y contradictorios- aforismos meditaciones análogas:

«Hay que crear en sí mismo el entusiasmo mediante una reflexión ininterrumpida y libre. Si no se tiene tiempo para realizar una visión de conjunto, para meditar libremente, para dejar correr los pensamientos y considerarlos según los diferentes estados de ánimo, se adormece hasta la fantasía más fecunda y cesa toda actividad interior. No hay nada más útil para los poetas que una rápida consideración de los muchos objetos del mundo y de sus propiedades, así como de algunas ciencias».

Un apresurado recorrido por la historia de las sociedades humanas nos muestra la incidencia que todo desarrollo epistemológico ha obrado en las artes, especialmente la poesía, de su tiempo. Los poetas no han sido insensibles a las radiaciones de fondo dimanadas –y aprovechadas- como cosmovisiones. No obstante, la dispersión y el alto grado de especialización adquirido por cada una de las ciencias han marcado un hiato deletéreo entre los intelectuales según sea su campo de dedicación.

En esta primera década del siglo XXI hemos asistido a una vertiginosa modificación -aceleración gnoseológica- promovida gracias a las innovaciones tecnológicas, especialmente las vinculadas con las redes de información.

¿Cómo elaborarán – ya lo hacen- los nuevos lenguajes los poetas jóvenes, nacidos en un clima que tiende a difuminar las fronteras entre los distintos lenguajes?

Realizar el poema como ecuación de campo. Abierto a la infinitud de los nombres, la poesía subsistirá como formulaciones de códigos que operarán no sólo con el lenguaje ordinario, sino con toda matriz simbólica. La dirección del vector no es nueva; en virtud de las conformaciones posibles que adquieran los conocimientos, la forma determinará los sentidos de ese vector. El vector del poema indemne: poema residual: ecuación habitable –códigos binarios- por la pasión estética reformulada y reinventada.

lunes, 16 de febrero de 2009

Las islas en-red-dadas de Daniel Bellón


Islas en la red - Daniel Bellón

«Invisible como un isótopo que sirve para el diagnóstico y medición de tiempos, imperceptible pero apenas renunciable como un oligoelemento, la poesía está actuante allí donde nadie la supone».
Hans Magnus Enzensberger

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...Escuché a Daniel Bellón referir su particular visión de las conexiones entre poesía e internet en la ponencia que leyó en el Tercer Congreso de Poesía Canaria (evento del que hemos tratado aquí con anterioridad), a finales del año 2006. El año pasado publicó un volumen, Islas en la red (editado por Ediciones Idea), en el que recoge algunos de los post aparecidos en su blog y que enlazan con las preocupaciones enunciadas anteriormente y desarrolladas en el Congreso de Poesía Canaria. Inquieto, abierto a los aspectos más diversos del universo Red, Bellón apunta algunas características que permiten que Internet sea movilizado y utilizado no sólo como espacio de difusión de la poesía, sino también como instrumento o herramienta de creación. En efecto, el nuevo medio, con su especial configuración, posibilita la expansión y la apertura creativas, generando textos poéticos que experimentan con posibilidades expresivas hondamente sugestivas. La poesía del nuevo siglo se presenta, así, como la apertura del campo de posibilidades para expresar mediante un lenguaje fragmentado que rehuye la cosificación de los lenguajes falsificadores detentados por el poder. Bellón llega a afirmar que «todo poema es, o debe ser, de algún modo, un hipertexto que nos remite a lecturas y presencias más allá de las palabras y los espacios en blanco –tan determinantes- del poema». ¿Cómo no ver en esta metáfora tecnológica -el poema como hipertexto inagotable- una reminiscencia de las interpretaciones ternarias y cuaternarias -distintos niveles- de los sentidos de la escritura herederos de la tradición exegética de carácter alegórico que, partiendo de las lecturas de Homero y Hesíodo por una parte, y de la tradición rabínica por otra, confluyeron en Filón de Alejandría, y que luego, retomado el método por Orígenes, serían trasladadas a Occidente hasta arribar a Dante? Palabra que está más allá de la palabra, que invoca o convoca un horizonte fluctuante, soterrado bajo la superficie misma del vocablo. Toda palabra esconde otra palabra, y acaso la tensión poética dimane de ese remanente no enteramente asimilable: volátil asombro del verbo. Poema: hipertexto que conduce a una infinidad de textos, delineando un universo de palabras cuya forma geométrica nos sea acaso inconcebible. [1]

. La estructura de Internet puede promover el surgimiento de nuevas formas, géneros auspiciados por el medio virtual, como habíamos dicho, pero también puede vehicular un conjunto de opciones de suma relevancia: la recuperación del lector como ente participativo [2]; la liquidez del concepto de identidad poética y la alteración de las relaciones culturales centro-periferia, que son sustituidas por relaciones de tipo punto-punto, gracias a la configuración de red distribuida; la posibilidad de recuperar el carácter oral de la poesía (vinculación de lo nuevo y lo antiguo); y las transformaciones operadas en la noción de autoría, al consentir que los textos sean incesantemente modificados, bien por el propio autor a instancias de sus lectores, bien por la creación de textos colectivos o por la generación continua de textos derivados de uno primigenio, pero con el que no guardan relaciones como signos subalternos. Precisamente estos aspectos son los que neutralizan ciertas concepciones tipificadas del ser de la poesía insular. En este sentido, Daniel Bellón escribe: «El aislamiento, como elemento característico de la poesía insular, visto desde la Red, deja de tener sentido. Salvo que deseemos mantener el aislamiento por algún motivo difícil de explicar».

.Otros temas que aborda en Islas en la red, son las relaciones entre poesía y violencia política, los poemas generados por programas informáticos, la tecnofobia que ha arrastrado un sector importante de los poetas en nuestro país en las últimas décadas, distintos tipos de poesía experimental (e-poesía, polipoesía, etnopoesía, etc.), así como los difusos límites en los que lo poético se dirime a través de la formulación de «poéticas» derivadas de definiciones que sobre sus respectivas actividades han dado un hacker, un piloto de fórmula uno, un escritor ciberpunk, un fotógrafo y un músico.
.Por cierto: en un gesto de coherencia con sus presupuestos, Bellón ha subido su Islas a la red en formato ebook. Se puede leer aquí: www.lacasatransparente.net/islasenlared.pdf
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Notas:

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[1]
En efecto, podemos recordar aquí un fragmento de El Zohar o Libro del Esplendor, texto capital de la tradición cabalística, donde se nos insinúan los tres sentidos de las Escrituras: «Pero las palabras que leemos son tan sólo su revestimiento exterior y encierran un sentido más elevado que el aparente, misterios sublimes que debemos tratar de comprender. Los que toman el revestimiento exterior por la realidad que recubre, no sacarán mucho provecho de él. Así como los que juzgan al hombre por su indumentaria exterior están llamados a quedar desilusionados, pues es el cuerpo y el espíritu lo que constituye al hombre. Bajo la indumentaria de la Torá, que son palabras, y bajo su cuerpo, que son los mandamientos, está el alma, que es el misterio oculto».
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[2] Ya Octavio Paz había anunciado en 1966 que: «Dadá fracasó porque creyó que la derrota del lenguaje sería el triunfo del poeta. El surrealismo afirmó la supremacía del lenguaje sobre el poeta. Toca a los poetas jóvenes borrar la distinción entre creador y lector: descubrir el punto de encuentro entre el que habla y el que oye».

domingo, 15 de febrero de 2009

Intermitencias I

A- Vas caminando entre los peatones. En realidad, comprendes ahora que la distancia que nos separaba era tan sólo un soplo mental. Próximos en la vibración, creías siempre encontrarte frente a una fractura propagante. Y aun así ahora refieres tu ingreso como solución no completa.
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B- Quién sabe si era un hábito arraigado, un simple desarrollo de costumbres. Nunca me sentí profundamente adherido a tu materia. Entre tu forma y la mía se abrían inútiles fragmentos de rencor. Y no podré negar que he ansiado alcanzarte. Nuestros territorios no han sido más que la metáfora de un mar y su tierra enfrentándose a un diario discurrir. Modelándonos, los salivazos y los roces, la sordera y las miradas. Lenguas palpándose, ávidas ante lo agreste del tacto.
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A- ¿Ha de ser hoy el día de tu resurrección?
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B- No puedo socavar la inteligencia y la penumbra. Intolerable, las fronteras sembradas reivindicarán sus gérmenes. Día y noche de una larga paciencia oculta, de abolición. Un cuerpo se funde a un cuerpo en un ruidoso acontecer fugaz. ¿Qué ha de esperar después quien vive de garabatear en un cuerpo ajeno la vigilia del deseo?
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A- Metamorfosis. Vendrás de noche y me llevarás a una tierra ingrata.
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B- La conciencia no será transferida. Sin embargo, mi lengua ha de crear el caos en los límites. Habitar el límite, horadar su pasmo acuoso. Anidaremos en la multiplicación de las formas.
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A- El deseo es uno; los cuerpos, muchos. ¿Me llevarás en tus palabras?
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B- Anidarás en mis gametos.

jueves, 5 de febrero de 2009

Poemas de DBS en Letralia

Agradezco al consejo editor de Letralia, especialmente a su director Jorge Gómez Jiménez, la gentileza de haber publicado algunos poemas míos, pertenecientes a Los tallos oculares, en dicha revista.
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Se pueden leer aquí: http://www.letralia.com/203/letras08.htm