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martes, 7 de septiembre de 2010

Analectas: Alberto Santamaría y la poesía como veneno

Poema envenenado Alberto Santamaría


"La poesía es de este modo, tal vez, un veneno más, donde lo estético como espacio y lo poético como sentido se funden; e incluso puede suceder que por muy listos que seamos en lo más profundo siempre haya una parte irracional que nos convierte en anfitriones en potencia para la información autorreplicante. ¿Será esta la relación original entre lo real y el poema?
(...)
La poesía se dirige, en su origen, al cuerpo. Ese es su problema. No es el discurso acertado, según el filósofo; carece de esa ciencia requerida, capaz de defenderse ante cualquier injerencia. La poesía está sujeta a la posesión y por ello hace imposible el conocimiento según Platón, hace opaca la verdad misma, la emborrona. Ahí reside su carácter venenoso, en su esencial corporalidad receptiva (y tendencia al falso conocimiento, a la ficción posterior). Un cuerpo que es origen de los sentidos, punto germinal de nuestra situación en el mundo, frontera y superficie. Pero cuerpo que se hará también discurso, esto es, discurso infectado y fronterizo.
(...)
Así, el poema traza su existencia en función de su necesidad de infectar, expandir, deshilvanar lo real, pero consciente a su vez de que lo real inocula en ese mismo acto de escritura, en ese mismo proceso, una enorme variedad de virus. El poema (el poeta) se dibuja así en función de sus posibles venenos. El veneno que nutre un poema estará de esta forma más acá de la poesía entendida como comunicación o conocimiento. Todo posible conocimiento, toda posible comunicación, depende efectivamente de ese virus.(...)
El poema, ya desde su origen puramente formativo, contagia a lo real a través de un lenguaje que comienza por desactivar sus relaciones primeras para regresar de nuevo, posteriormente, a su forma lingüística. En ese viaje de ida y vuelta el lenguaje entabla una nueva forma viral y definitiva: el poema."
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ALBERTO SANTAMARÍA, El poema envenenado.  

Un poema de Antonio Arroyo Silva

Esquina Paradise: una ventana a la esquina furtiva del paraíso, edén del lenguaje. No en vano la expulsión de Adán y Eva se efectuó por comer de los frutos del árbol de la conciencia (Gn 2, 9) que no puede ser otro más que el árbol del lenguaje, de la conciencia en el lenguaje. Y Antonio Arroyo Silva, lo confirma: "La luz fue un estallido de conciencia" (Cañadas, p. 42 ). Dentro de este poemario, el autor sitúa su propia poética, que ya comentaremos en otro lugar y en otra ocasión: "La luciérnaga / encendida de sed, la luciérnaga / pintando de amarillo / todo el trigal de luz del pensamiento". Brevísima salutación verbal. Pero quisiera rescatar de Esquina Paradise el poema que considero más intenso, y donde Antonio Arroyo Silva poetiza sus propias meditaciones sobre el poema, sobre el lenguaje y cómo se encarna éste en un modo más de la respiración del sujeto, hecho ya forma misma del cuerpo entero del decir: el sujeto se dice y, al hacerlo, se funda en ese lenguaje; a su vez, la nominación le hace habitable el mundo y, mediante ella, interactúa con él, ya sea para rechazarlo, para interrogarlo o para buscar un punto álgido de comunión -que, al fin y al cabo, será una fusión verbal-. Aquí el poema de Antonio; su título: Las Palabras.
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Las palabras no vuelven al poema,
el poema regresa a ser incendio.
Y una sed que me inunda tenuemente
como lluvia verbal que ha de partir
lleva sombra de nube en los zapatos
de aurora fugaz que sueña ríos.
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Las palabras respiran mis pulmones
y dan aire al no-ser que me suplanta.
Extranjero del gesto de mi boca,
me descubro en el gesto del lenguaje
y me extraña sentirme cual gorrión
en la jaula atrapado por el canto.
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Mas no-ser es el árbol que yo ansío.
Ser la ausencia ilumina el pensamiento:
respirar en el aire de las cosas
es ser yo con la forma y las raíces
de ese árbol sagaz que es horizonte,
de ese árbol mental que me descubre.
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Las palabras que engañan al poema,
como al ojo al final del laberinto,
son palabras que llueven de la asfixia
y que apagan la llama que transforma
la mirada en un acto de la mente,
la mirada en el canto que me habita.

domingo, 17 de enero de 2010

Un poema de Ricardo Hernández Bravo

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Atraviesa la luz solar los cristales y se refleja sobre el rostro hiératico de la figura. Debajo de ese material inerte pareciera bullir un pensamiento que pudiera penetrarse a sí mismo durante siglos. ¿Qué siente esa forma humanoide? ¿Gira la conciencia del maniquí en torno a sí misma?
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La trayectoria poética de Ricardo Hernández Bravo (La Palma, 1966) se extiende desde sus iniciales poemarios Recuerdos de un olvido (1990), El final del tiempo gris (1990) o El día sin ti (1990), pasando por El ojo entornado (1996), En el idioma de los delfines (1997), El aire del origen (2003) y La Tierra desigual (2005) hasta Alas de metal (2008). Su poesía se ha caracterizado por un acendramiento expresivo que persigue atrapar una fulguración instantánea; poesía embarcada en la distorsión de la mirada para recobrar el asombro adánico del nombrar.
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Les dejo con un poema recogido en El ojo entornado:
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El maniquí tras el cristal
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Fijos los ojos en un punto
invisible a los ojos.
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Ajeno al tiempo penetra
el silencio que lo aísla
mientras multitud de vestidos cubren
un desnudo huérfano de brazos.
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Eje
de un mundo que gira
ignorando su centro.

sábado, 3 de octubre de 2009

Analectas

De la abrasada eclíptica que ignora
intrépido corrió las líneas de oro
mozo infeliz, a quien el verde coro
vio sol, rayo tembló, difunto llora.
.Centellas, perlas no, vertió el aurora,
llamas el pez austral, bombas el toro,
etnas la nieve del Atlante moro,
la mar incendios y cenizas Flora.
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Así me levanté, y a la presencia
llegué de un sol; así también me asombra
cayendo en noche eterna de su ausencia.
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Así a los dos el Po Faetontes nombra,
pero muertos con esta diferencia,
que él quiso ser sol y yo la sombra.
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Lope de Vega

miércoles, 15 de julio de 2009

Analectas

6.53 El verdadero método de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada, sino aquello que se puede decir; es decir, las proposiciones de la ciencia natural –algo, pues, que no tiene nada que ver con la filosofía-; y siempre que alguien quisiera decir algo de carácter metafísico, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos en sus proposiciones. Este método dejaría descontentos a los demás –pues no tendrían el sentimiento de que estábamos enseñándoles filosofía-, pero sería el único estrictamente correcto.
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Wittgenstein
Tractatus Logico-Philosophicus

lunes, 15 de junio de 2009

Analectas


«La diferencia entre el hombre que emplea el lenguaje científicamente y el hombre que lo emplea emotivamente no consiste en que uno produzca expresiones que son incapaces de despertar emoción, y el otro expresiones que no tienen sentido, sino que uno está fundamentalmente interesado en la expresión de proposiciones verdaderas, y el otro en la creación de una obra de arte. Así, cuando una obra científica contiene proposiciones verdaderas e importantes, su valor como obra científica apenas se verá disminuido por el hecho de que estén inelegantemente expresadas. Y, de un modo análogo, una obra de arte no es necesariamente peor por el hecho de que todas las proposiciones que comprende sean literalmente falsas. Pero decir que muchas obras literarias están, en buena medida, compuestas de falsedades, no es decir que están compuestas de pseudo-proposiciones. En realidad, es muy extraño que un artista literario produzca expresiones que no tengan significación literal alguna. Y, cuando esto ocurre, las expresiones son cuidadosamente elegidas por su ritmo y su equilibrio. Si el autor escribe cosas absurdas es porque lo considera muy conveniente para lograr los efectos que persigue con su obra».
daniel bernal suárez
Alfred Julius Ayer
Lenguaje, verdad y lógica.

viernes, 6 de marzo de 2009

Analectas

Recupero un fragmento de un ensayo fundamental debido al poeta Francisco León en el que se realiza una interesante crítica sobre los modos perversos que cierta tendencia, de cuyo nombre no quiero acordarme, ha propugnado durante las dos últimas décadas en la poesía española (y que, en rigor, no ha hecho sino reproducir esquemas reduccionistas con antecedentes en cierta poesía del período franquista), y su apuesta por una reorientación crítica.
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«La llamada nueva poesía española y sus estrategias operativas, oponiéndose a los hitos fundamentales de la modernidad de raíz romántica, simbolista y vanguardista, al mismo tiempo que parecía evolucionar en sus estrategias, disolvía en el seno de su propia estructura aquello que propugnaba, o creía preconizar, es decir, la admisión de todo pensamiento utópico superior y, por tanto, de toda genealogía moral y trascendental del arte verbal. Por consiguiente, y urdido con difusas y agarrotadas ideas neomarxistas, bajo el bondadoso lema de una poesía comprensible por todos y escrita en el lenguaje corriente de la gente, se operaba una vieja estrategia de abaratamiento de la así llamada información estética. Se trataba de un resultado previsible y ya conocido desde la imposición en España de las poéticas "realistas" frente a las "irrealistas", para usar la afamada y grotesca terminología antinómica de José María Castellet. Este intento de repragmatización del lenguaje poético, más destinado presumiblemente a ganar una fácil y masiva recepción lírica, que un cambio de dirección en la organización de la conciencia social de España, dio como resultado la vulgarización de los supuestamente novedosos contenidos crítico-realistas de la recién inventada poesía española –si bien logrando, como se sabe, de paso, la execración de las poéticas de acento meditativo, trascendente o metafísico-. Lo hemos dicho de otro modo en diversas ocasiones: el camino verdaderamente axial, la estirpe de raíz moderna abierta por la poesía prebélica en España pasó a ser, a partir de los años cuarenta, pura marginalidad en unos casos, excentricismo elitista en otros, confusionismo para algunos o, en el mejor de los casos, maestros que habían perdido toda vigencia histórica, para usar unas conocidas palabras. (…) La tan famosa vuelta a la realidad rehumanizada –por cierto, pocos conceptos como el orteguiano "arte deshumanizado" (tan mal comprendido y descontextualizado entre nosotros), han hecho más daño en nuestra historiografía-, planteada una y otra vez desde los años cincuenta hasta acá, no sólo desvía la atención del lector de aquello que parece la verdadera naturaleza del fenómeno poético, sino que perpetúa el viejo tópico que nos ha hecho creer que los lenguajes experimentales heredados de la vanguardia, es decir, los lenguajes de operación epistemológica y, por tanto, los lenguajes que nos conducirían a una modernidad ampliadora y desprejuiciada, carecen, en nuestra tradición, de importancia real. Se llegó a pensar que todo lo que surgiera de esa tradición central, puesta en duda una y otra vez, suponía una reorientación inhumana, y aun escapista, por causa, fijémonos bien, nada más y nada menos que por sus contenidos altamente filosóficos, culturales o espirituales. En fin, una reorientación que se alejaba de la gente de la calle, de sus necesidades inmediatas o de sus desdichas diarias.
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La
vuelta a la realidad propuesta por la poesía posmoderna española se convirtió rápidamente en una fuga imparable hacia los aspectos más superficiales y anodinos de la realidad, lo cual, en sí mismo, no hubiera representado mayor problema si a esa fuga ideológica no se hubiera sumado la exención de las responsabilidades sobre los aspectos materiales del lenguaje poético adquiridas por el poeta moderno desde las reflexiones de Poe, Mallarmé, de Baudelaire, Maiakovski o Valéry, por citar ejemplos dispares».
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Francisco León, Reorientación de la poesía. En Piedra y cielo. Revista de Poesía, Arte y Pensamiento, nº 3, pgs 13-14.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Analectas

Las cosas enteras

En un campo
soy la ausencia
de campo.
Siempre
sucede así.
Dondequiera que esté
soy aquello que falta.

Si camino
parto del aire
mas siempre
vuelve el aire
a llenar los espacios
donde mi cuerpo estuvo.

Todos tenemos razones
para movernos: yo me muevo
por mantener
enteras a las cosas.

...................................................Mark Strand

domingo, 25 de enero de 2009

6 de enero: la ironía de dios o la estrella de Belén


Adoración de los magos - Alberto Durero
"Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y la estrella que habían visto en oriente los guió hasta que llegó y se paró encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de una inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y lo adoraron postrados en tierra. Abrieron sus tesoros y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra". (Mt 2, 9-11)

1
Llega el día de la Epifanía: se conmemora la manifestación de Jesús a todos los pueblos a través de la visita de los Magos. Siempre me he preguntado: ¿por qué los ateos y los agnósticos celebran esta fecha?

2
San Ignacio de Loyola (1491-1556) fue el fundador de la Compañía de Jesús. Durante la querella con el jansenismo, los jesuitas tomaron partido por la primacía de la libertad humana.
¿Por qué los diccionarios recogen como segunda acepción de jesuitismo "hipocresía basada en restricciones mentales" o "hipócrita, astuto" para jesuítico?

3
El reconocimiento de Arthur C. Clarke se fundamenta en su producción novelística, especialmente en la saga Odisea en el espacio. ¿Por qué hoy acude a mi memoria el relato La estrella?

4
En La estrella, de Arthur C. Clarke, un astrónomo jesuita a bordo de una expedición espacial narra el viaje hacia la Nebulosa del Fénix. Encuentran un planeta a una distancia considerable de la enana blanca que pervive como resto de la enorme supernova. En ese planeta descubren un inmenso monolito que alberga en su interior las trazas que una civilización, perteneciente a uno de los planetas arrasados por la explosión de la supernova, había trasladado hasta allí. Rastros de "todo aquello que deseaban conservar, todos los frutos de su genio, esperando que alguna otra raza los hallase y no fuesen absolutamente olvidados". Indudablemente Arthur C. Clarke consigue edificar un relato con un final asaz sorprendente. No me opondré a las confesiones: hará diez años que lo leí por primera vez y, cada vez que arribo a la última línea, sabedor de la interrogación final del narrador, el vértigo del sin sentido me colma.

5
Salvador Edward Luria: "El hombre no es más que un producto -aunque un producto muy especial- de una secuencia de ciegas casualidades y amargas necesidades. La esencia de la evolución es la ausencia de todo motivo o finalidad".

6
"Aquella tragedia era algo fuera de lo común. Una cosa es que una raza decline y muera, como ha ocurrido con las naciones y las culturas en la Tierra, y otra que sea destruida de una manera tan completa en la flor de su desarrollo, sin dejar supervivientes... ¿Cómo puede reconciliarse esto con la misericordia divina?
(...)
Sé las respuestas que mis colegas darán cuando regresemos a la Tierra. Dirán que el Universo no tiene propósito ni plan, y que algo así como un centenar de soles estallan cada año en nuestra galaxia, y que en este mismo momento alguna raza está muriendo en las profundidades del espacio. El que esta raza haya obrado bien o mal durante su vida no importa al fin: no hay justicia divina, pues no hay Dios.
(...)
No podíamos asegurar, antes de alcanzar la nebulosa, cuánto hacía que se había producido la explosión. Ahora, mediante las evidencias astronómicas y las grabaciones en las rocas de aquel planeta superviviente, he sido capaz de fecharla con mucha exactitud. Sé en qué año la luz de aquella colosal detonación llegó a la Tierra. Sé cuán brillantemente la supernova cuyo cadáver se va empequeñeciendo tras nuestra nave que acelera iluminó en otro tiempo los cielos de la Tierra. Sé cómo debió haber aparecido, muy baja sobre el horizonte del este, antes del amanecer, como un faro en aquella alba oriental.
No cabe duda alguna: al fin ha quedado resuelto el antiguo misterio. Y, sin embargo, ¡oh, Dios!, había tantas estrellas que podrías haber usado.
¿Qué necesidad había de lanzar a ese pueblo al fuego, para que el símbolo de su fin brillase sobre Belén?"

lunes, 25 de diciembre de 2006

Analectas I: Jabés, Darío, Huidobro

*

Si mi libertad no estuviera en el libro, ¿dónde estaría?
Si mi libro no fuera mi libertad, ¿qué sería?

La verdad no puede ser más que violenta. No hay verdad apacible.

Edmond Jabés (El libro de los márgenes)


*

YO PERSIGO UNA FORMA...

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.

Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.

Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;

y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.

Rubén Darío (Prosas profanas y otros poemas)



*
"Desde el momento en que un poema se convierte en algo habitual, no emociona, no maravilla, no inquieta más, y deja, por lo tanto, de ser un poema, pues inquietar, maravillar, emocionar nuestras raíces es lo propio de la poesía."
.ente huidobro
Vicente Huidobro (Manifiesto de manifiestos)