domingo, 17 de enero de 2010

Un poema de Ricardo Hernández Bravo

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Atraviesa la luz solar los cristales y se refleja sobre el rostro hiératico de la figura. Debajo de ese material inerte pareciera bullir un pensamiento que pudiera penetrarse a sí mismo durante siglos. ¿Qué siente esa forma humanoide? ¿Gira la conciencia del maniquí en torno a sí misma?
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La trayectoria poética de Ricardo Hernández Bravo (La Palma, 1966) se extiende desde sus iniciales poemarios Recuerdos de un olvido (1990), El final del tiempo gris (1990) o El día sin ti (1990), pasando por El ojo entornado (1996), En el idioma de los delfines (1997), El aire del origen (2003) y La Tierra desigual (2005) hasta Alas de metal (2008). Su poesía se ha caracterizado por un acendramiento expresivo que persigue atrapar una fulguración instantánea; poesía embarcada en la distorsión de la mirada para recobrar el asombro adánico del nombrar.
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Les dejo con un poema recogido en El ojo entornado:
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El maniquí tras el cristal
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Fijos los ojos en un punto
invisible a los ojos.
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Ajeno al tiempo penetra
el silencio que lo aísla
mientras multitud de vestidos cubren
un desnudo huérfano de brazos.
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Eje
de un mundo que gira
ignorando su centro.

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