domingo, 15 de febrero de 2009

Intermitencias I

A- Vas caminando entre los peatones. En realidad, comprendes ahora que la distancia que nos separaba era tan sólo un soplo mental. Próximos en la vibración, creías siempre encontrarte frente a una fractura propagante. Y aun así ahora refieres tu ingreso como solución no completa.
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B- Quién sabe si era un hábito arraigado, un simple desarrollo de costumbres. Nunca me sentí profundamente adherido a tu materia. Entre tu forma y la mía se abrían inútiles fragmentos de rencor. Y no podré negar que he ansiado alcanzarte. Nuestros territorios no han sido más que la metáfora de un mar y su tierra enfrentándose a un diario discurrir. Modelándonos, los salivazos y los roces, la sordera y las miradas. Lenguas palpándose, ávidas ante lo agreste del tacto.
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A- ¿Ha de ser hoy el día de tu resurrección?
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B- No puedo socavar la inteligencia y la penumbra. Intolerable, las fronteras sembradas reivindicarán sus gérmenes. Día y noche de una larga paciencia oculta, de abolición. Un cuerpo se funde a un cuerpo en un ruidoso acontecer fugaz. ¿Qué ha de esperar después quien vive de garabatear en un cuerpo ajeno la vigilia del deseo?
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A- Metamorfosis. Vendrás de noche y me llevarás a una tierra ingrata.
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B- La conciencia no será transferida. Sin embargo, mi lengua ha de crear el caos en los límites. Habitar el límite, horadar su pasmo acuoso. Anidaremos en la multiplicación de las formas.
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A- El deseo es uno; los cuerpos, muchos. ¿Me llevarás en tus palabras?
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B- Anidarás en mis gametos.

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