La crítica
literaria es un animal que igual puede ser estudiado como una entidad
filosófica o abordado por especialistas en teratología. Su
naturaleza múltiple puede producir la vertiginosa sensación de lo
inabarcable o de lo incomprensible. Como en cualquier disciplina
intelectual, los marcos teóricos que la han nutrido han sido de lo
más diverso. Pero, más
allá de la disparidad
de escuelas y marcos teóricos, lo que produce desazón y
desconcierto es, me atrevo a enfatizar, la variedad de formatos
y medios que la modulan, y la cuestión ética que le es intrínseca.
La proliferación de canales por los que circula la información en
la actualidad determina distintos modos de aproximación. Ominoso -y
causa de consternación- se hace a quien esto escribe el tener que
resaltar obviedades. Un ensayo para una revista especializada posee
unos condicionantes y requerimientos harto disímiles de los de una
reseña en un periódico o una revista literaria. La dependencia no
es es solo respecto de las características instrumentales o
tecnológicas del canal, sino también de los usuarios finales que
leerán dicho texto. Si me detengo en ello es porque no falta quien
pretende que toda crítica literaria debe reducirse al género menor
por antonomasia: la reseña. Y hacer de ella un dechado de virtudes
simplificadoras.
martes, 24 de febrero de 2015
martes, 10 de febrero de 2015
Ruido o luz
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Ruido o luz. Ernesto Suárez, Daniel Bellón y Carlos Bruno. Amargord Ediciones. |
Lo
primero que quisiera resaltar de este poemario, Ruido
o luz, es su generación como obra
colectiva o, si se prefiere, de autor colectivo. En efecto, se trata
de la particular conjunción creativa de Ernesto Suárez, Daniel Bellón y Carlos Bruno. Tres poetas que portan,
a sus espaldas, una trayectoria
específica y que se han vinculado en varias ocasiones para realizar
proyectos como el de Cartonera Island,
la revista La casa transparente
o las ediciones de La calle de la costa.
Lo interesante es, pues, que hayan decidido abolir su autoría
individual para favorecer una creatividad del hallazgo común. En
nuestras sociedades del hiperindividualismo -donde
la conciencia narcisista ha sustituido a la conciencia política,
para decirlo con palabras del filósofo Gilles Lipovetsky-,
en las que la nutrición del ego está a la orden del día, una obra
colectiva trabada a ratos por la amistad, las alianzas fortuitas o
premeditadas, implica una crítica y un rescate. El de la idea del
arte como fenómeno compartido.
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