Una red está compuesta por celdillas que delimitan un espacio específico para el tipo de captura que se desea realizar. A priori, cualquier celdilla comparte la misma probabilidad que sus hermanas para asir la presa codiciada. Sin embargo, es ostensible que la captura depende de la disponibilidad de los organismos que se estén buscando. Imaginemos una red tan extensa como quisiera el pescador; imaginemos que la distribución de las presas es aleatoria; imaginemos, por último, que donde termina la contingencia individual se alza la certeza de que otro está allí.
En internet, el albur de encontrar algún punto que converja de un modo más o menos aproximativo a nuestras expectativas es elevado, no así la posibilidad de que dicho punto coincida en todos los parámetros con lo deseado. Uno de los lugares que ejemplifican con mayor nitidez el alcance y las limitaciones inherentes a la red es el célebre portal You tube donde, inmersos en la estupidez más abigarrada, se sitúan algunos testimonios por los que merece la pena haber acumulado horas de decepción. Apenas escrito "testimonios" me asalta la incertidumbre sobre lo apropiado del término para el caso que quiero relatar: hace unos meses di con la entrevista que Joaquín Soler Serrano (rectifico, las entrevistas) realizó a Jorge Luis Borges para su programa A Fondo, de Televisión Española. Las comparaciones son odiosas reza un adagio manido hasta la saciedad, empero cualquiera que se sumerja en las cadenas televisivas nacionales hoy en día tras haber contemplado la dinámica de A Fondo, deplorará la ausencia siquiera de un formato de programa cultural análogo. Pues bien, la semana pasada tuve el azar de que el término de búsqueda acabara dando resultado. Aun a sabiendas de que la fragmentación del testimonio que propongo a continuación puede exasperar a más de uno, creo que visualizarlo será trasladarse por unos minutos a la magia de uno de los centros germinativos sin duda más interesantes de la poesía hispánica del siglo pasado.
En internet, el albur de encontrar algún punto que converja de un modo más o menos aproximativo a nuestras expectativas es elevado, no así la posibilidad de que dicho punto coincida en todos los parámetros con lo deseado. Uno de los lugares que ejemplifican con mayor nitidez el alcance y las limitaciones inherentes a la red es el célebre portal You tube donde, inmersos en la estupidez más abigarrada, se sitúan algunos testimonios por los que merece la pena haber acumulado horas de decepción. Apenas escrito "testimonios" me asalta la incertidumbre sobre lo apropiado del término para el caso que quiero relatar: hace unos meses di con la entrevista que Joaquín Soler Serrano (rectifico, las entrevistas) realizó a Jorge Luis Borges para su programa A Fondo, de Televisión Española. Las comparaciones son odiosas reza un adagio manido hasta la saciedad, empero cualquiera que se sumerja en las cadenas televisivas nacionales hoy en día tras haber contemplado la dinámica de A Fondo, deplorará la ausencia siquiera de un formato de programa cultural análogo. Pues bien, la semana pasada tuve el azar de que el término de búsqueda acabara dando resultado. Aun a sabiendas de que la fragmentación del testimonio que propongo a continuación puede exasperar a más de uno, creo que visualizarlo será trasladarse por unos minutos a la magia de uno de los centros germinativos sin duda más interesantes de la poesía hispánica del siglo pasado.
Me aseveran que apenas se puede escuchar la voz de Octavio Paz salvo que se conecten los auriculares a los altavoces. No sé si es cierto, dado que yo siempre lo escucho de ese modo.