Conversaciones con Rafael Arozarena |
En octubre de 1998, Roberto García de Mesa realizó una larga entrevista a Rafael Arozarena que, por razones de espacio, se publicó muy recortada en el periódico El Día. A los pocos meses, Roberto decidió que aquel trabajo podía prolongarse en un libro entero. El resultado se publicó en 2004 y ostenta por título Conversaciones con Rafael Arozarena. El proyecto, que abarcó unas catorce horas de grabación, figura dividido en 19 capítulos. A continuación enumeraremos sucintamente algunos temas relevantes tratados en este opúsculo.
1. Creación
autocrítica
Comencemos por la
noción de autocrítica que Arozarena aplica a parte de su
propia obra, como cuando se reprocha el haberse dejado impregnar por la influencia
lorquiana del Romancero gitano a la hora de pergeñar su
Romancero canario, y no atender más al Lorca de Poeta en
Nueva York («Con
El ómnibus pintado con cerezas empecé a identificar mi
estilo»), o la destrucción
de su poemario Coronación
de abril tras haber sido galardonado. Autocrítica que
extiende a la encumbrada popularmente Mararía, que siempre ha
servido como pantalla que opaca la verdadera gran novela de
Arozarena: Cerveza de grano rojo. En esta obra se despliega,
según el autor, un retrato imaginario del propio Arozarena e Isaac
de Vega que sublima una mirada distinta sobre la realidad.
2. Libertad y canon,
el azar y lo onírico
Se expresa también el
abanderamiento de una escritura no sometida a cánones, en la que la
libertad pueda enseñorearse como centro irradiante. Al respecto,
comenta Arozarena una anécdota sobre Agustín Espinosa que fue
profesor suyo durante su primer año de bachillerato y que le reveló
lo siguiente: «Me arrancó
de la cabeza que no me preocupara por estar loco, ya que siempre
sería lógica cualquier cosa que hiciera. “Por mucho que te
propongas, -me decía-, no puedes escribir un disparate porque todo
está encadenado, siempre será realizado por un cerebro humano y es
lógico.” Aún conservo la idea».
Me parece de interés intentar vincular esta apreciación sobre la
lógica que subyace a cualquier aparente desorden con la contestación que proporciona a Roberto García de Mesa cuando se refiere al azar.
En efecto, nuestro autor responde que el azar no existe, que puede
que nosotros lo observemos desde nuestra perspectiva limitada pero
que, por encima del dominio de la contingencia, hay un orden
cosmológico. Esto me retrotrae a la imagen de las fluctuaciones en
la espuma cuántica a nivel microfísico que, no obstante, se ven
diluidas en el orden general del nivel macro. Vale decir: que desde
una determinada perspectiva lo que simula ser un caos virtual
inclinado al azar, surge y se hace visible, desde otro ángulo o
enfoque, como un todo gobernado por cierta noción de armonía.
En
un momento dado le inquiere Roberto García de Mesa: «¿Qué
interpreta mejor: el mundo onírico o la realidad?» A lo que
responde Arozarena: «El
mundo onírico, por supuesto. Estoy hecho de la materia del sueño,
como explica Goethe».
3. ¿Pero qué diantres es Fetasa?
La
emergencia del concepto de Fetasa
como una salida filosófica y, también, un término que aglutina una
visión del hecho estético lúdica, libertaria y de sublimación.
Reproduzco algunos fragmentos: «Un día, mientras intentábamos
ligar el pensamiento de Pitágoras con el de Kierkegaard [1],
llegó un momento en el que, como en toda filosofía, nos trabamos,
llegamos a la cúspide (Dios) y no podíamos seguir. Así que dije:
“¿Y por qué no? Después de esto está fetasa”», «Lo expuse
[el
concepto de fetasa]
como una abstracción, como si se tratara de agarrar algo inasible.
(…) Cuando llegáramos a un punto culminante tendríamos el comodín
“Fetasa”. (…) Fetasa representa a un dios superior a Dios, una
especie de padre de Dios». También llevaba aparejada una actitud
existencial en la que «hay que ir a perder en vez de ir a ganar» ya
que perder es una «sublimación de la ganancia».
4. Dimensión
colectiva
Conversaciones
con Rafael Arozarena
no se agota en las meditaciones de Rafael sobre su propia obra o su
vida [2],
sino que abunda, asimismo, en el engarce entre las reflexiones sobre
el ambiente cultural de la época y la crónica individual y
colectiva del movimiento
fetasiano,
y de todos los círculos artísticos transitados por el autor. De ahí
el relato sobre la gestación del grupo Nuestro
Arte
como prosecución, variación y relevo generacional respecto del
proyecto de Gaceta
de Arte;
de ahí también la referencia a los suplementos culturales en la
prensa (verbigracia Gaceta
Semanal de las Artes
en el periódico La
Tarde
o Tagoror
literario
en El
Día),
la importancia en la difusión que tuvieron, así como la creación
de una conciencia aglutinante de los escritores que posibilitaron.
Trasluce
la luenga entrevista una honda admiración hacia Isaac de Vega,
hacia las correcciones que le proponía a los escritos de su
compañero fetasiano, o su incitación a tratar hechos trascendentes y
eliminar cualquier traza de superficialidad.
5. Escritura como
investigación
En
consonancia con los postulados de una literatura donde prima la
libertad, tal como señalamos en el punto nº 2, hay una idea
cardinal resaltada por Rafael Arozarena: la
creación literaria como investigación.
Experiencia de indagación, de buceo podríamos decir, que pretende
fundar formas y discursos que rebasen cualquier canon, cualquier
estatus petrificado. Por otro lado, vindicación de la
poesía como balbuceo primordial, como significación y símbolo del
misterio
(«Busco
adrede no caer en la comprensión de las cosas»,
dixit).
Aquí
se aproximan, precisamente, las respectivas poéticas de Arozarena y
la de Roberto García de Mesa, aunque cada uno desde su óptica
particular. Roberto, al preguntar sobre el asunto, cita al gran poeta
catalán Joan Brossa; yo quisiera rememorar la sugerente definición
que otro poeta catalán, J. V. Foix, daba de sí mismo como
«investigador
en poesía».
Hay
varios momentos en los que las preguntas de Roberto García de Mesa
son tan o más relevantes que las propias respuestas de Arozarena.
Presiento esa gravitación de las preguntas, por ejemplo, cuando
Roberto asevera «Para
un poeta moderno la escritura fragmentaria es imprescindible. Aunque
existan multitud de ejemplos que pudieran aparentemente acreditar lo
contrario, pienso que los poetas conciben el mundo como un todo
fragmentado. Por ello, me parece muy complejo para el poeta crear una
novela, da una sensación de ir contra natura. Lo que se observa, a
priori, en Cerveza
de grano rojo,
es que participa de ese diseño fragmentario».
Arozarena, a continuación, incide en utilizar la metáfora del
puntillismo: los fragmentos aparentemente inconexos se engarzan para
mostrar el tapiz de una trama o diseño.
6.
Coda
El
tono de las respuestas de Rafael oscila en ocasiones entre la
seriedad expositiva y la broma o la pirueta (aventuro que también
incluye alguna peculiar antinomia). Se adivina un derroche de
vitalismo. El libro presenta una gran frescura y se nota la
organización del material de tal modo que cada bloque desarrolla
determinados aspectos que pueden irse prolongando y aumentando los
detalles, de manera concéntrica, en bloques posteriores.
El volumen se cierra con una breve muestra de la obra pictórica de Rafael Arozarena.
Conversaciones con Rafael Arozarena se yergue en un
excelente complemento a las obras completas del insigne escritor
fetasiano, un mecanismo para adentrarnos en algunas de sus obsesiones
y juicios.
Notas:
[1]
Tras la lectura me queda una profunda duda sobre este punto. ¿Qué
aspectos de la filosofía de Kierkegaard y cuáles provenientes del
pitagorismo?
[2]
Como su querencia hacia la naturaleza y la subsiguiente dedicación a
la entomología, o la fascinación por los colores.
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