Me dirigía a realizar mi acostumbrado aprovisionamiento mensual de libros. Próximo a marcharme tras haber inspeccionado a fondo la librería, portaba ya en mis manos dos volúmenes con las Rimas de Bartolomé Juan Leonardo de Argensola, la obra completa de Augusto Ferrán -amigo de Bécquer- y una compilación de seis poemarios de Celso Emilo Ferreiro. Aproveché que el librero estaba ocupado mientras cobraba a otro cliente, y una mirada furtiva me reveló la ubicación de El Zohar, del cual tenía noticias a través de la lectura de los ensayos de José Ángel Valente, así como de la obra de Edmond Jabès. Ya era mi turno. Mientras realizaba los cálculos, el librero exclamó: ¡Anda, El Zohar! A lo mejor te interesa también el Diccionario de símbolos de Cirlot. Y pasó a mostrármelo. ¿Cómo iba yo a no percibir la irradicación de esa obra habida cuenta de mi admiración por el poeta que la había escrito? Asentí. Ya en mi casa, en tanto hojeaba el Diccionario de símbolos, di casualmente con la entrada correspondiente a uno de los signos del zodiaco, el mío, que no es otro que sagitario:
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"Según Subba Rao, se trata de un símbolo cósmico que expresa al hombre completo: animal, espiritual y digno de lo divino. El hombre constituye así un nexo entre el cielo y la tierra, una tensión simbolizada por el arco. Sagitario, Centauro o el Arquero significa la triple naturaleza; el caballo simboliza la estructura instintiva; la parte humana, los tres principios superiores que envuelven la mónada expresada por la flecha. En el poema babilónico Gilgamés, Sagitario es sustituido por los "hombres escorpión", de los cuales "sólo dos tercios son divinos".
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Inmediatamente pasé las páginas hacia la entrada Zodíaco, con el fin de aclarar la frase "símbolo cósmico que expresa al hombre completo". Allí Cirlot indica los significados que Senard atribuye a cada signo. El de sagitario sería coordinación y síntesis. ¿Cómo no ver en ello una coincidencia azarosa con mi inquietud por la formación integral, por la completud del pensamiento? Cierto: otra casualidad que puebla de sentido el ciego azar de mi existencia. En rigor, se trata de un fenómeno tremendamente baladí. Sin embargo, me hace plantear una cuestión: ¿qué grado de incidencia tiene el azar en la constitución de nuestras vidas? ¿Cuántas acciones, gestos, pensamientos, palabras, etc., aun perteneciendo a la esfera de lo aleatorio, forjan nuestra existencia y la pueblan -determinan- día a día?
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