Como casi siempre, un conjunto de sucesos que obedecen aparentemente a las leyes del azar me ha dado pie para emborronar esta entrada con algunos comentarios benévolos. Acaso lo más conveniente sería que principiara la narración de los encuentros fallidos con el Wiki, no sin antes hacer una pequeña digresión, pertinente en todo caso.
En el número 51-54 de la revista Renacimiento, el director de la misma, Fernando Iwasaki Cauti, firma una editorial en la que deja escrito lo siguiente:
"Nunca se han publicado más libros que en nuestros días y probablemente jamás han existido tantas bibliotecas a disposición de los usuarios. No obstante, el número de lectores de libros es infinitamente menor que el número de individuos que buscan conocimiento, cultura, consulta y entretenimiento en los nuevos soportes informáticos y digitales. Ignoro si en eso consista el progreso, pero ya existe más de una generación que prefiere investigar en los buscadores de Internet antes que en los diccionarios, las enciclopedias y los libros en general. Y esto apenas es el principio."
Prescindiré de comentar la supuesta ironía implícita en la expresión "Ignoro si en eso consista el progreso", dado que, como sostenía Cicerón en su Sobre la naturaleza de los dioses: "La naturaleza de lo que se otorga no revela la intención del donante. En consecuencia, el hecho de que el que lo recibe haga buen uso de lo dado, no significa que le fuera entregado con buena voluntad". Podemos, ante semejante proposición coherente, determinar que, de modo análogo, si el que recibe algo hace mal uso de él, esto no implica a priori que la naturaleza del donante o su voluntad al realizar la entrega estuviera viciada. ¿Qué quiero decir? Pues que el que se haga mal uso de las tecnologías no es un argumento en contra del progreso, sino que nos revela más bien aspectos cruciales de los usuarios de dichas tecnologías, y dado que se trata de una pingüe cantidad de personas, hemos de interpretar este desprecio hacia el análisis pausado de las fuentes y la búsqueda de información como una extendida característica social emparentada con la desidia creciente que experimentan las sociedades contemporáneas (apostillo: el mal uso de Internet a la hora de documentarse reside en esa patología juvenil que consiste en cortar y pegar en los trabajos el texto tal cual figura en la red, sin examinarlo previamente, ni extraer la información y hacer una redacción propia. De todas formas, el buscar y copiar literalmente el texto de una enciclopedia o cualquier otra obra de referencia es operación análoga. La busqueda en Google puede resultar un ejercicio harto complejo de elección de fuentes fiables y útiles dado el volumen de basura que abunda en sus vericuetos). Esta desidia puede rastrearse en cuestiones como el desprecio generalizado hacia la erudición, hacia el pensamiento racional que se rechaza en aras de lo espontáneo de carácter sensiblero -como si el pensar fuera totalmente ajeno al sentir-, hacia lo "académico" o a la fundación de sistemas, taxonomías o clasificaciones minuciosas. Como pensaba Canetti, no son los pensamientos más profundos los que tienen mayor incidencia en este mundo.
Y una de las fuentes que cuenta con mayor número de consultas es Wikipedia: un proyecto que se erguiría en un fabuloso instrumento promotor de la cultura y los conocimientos globales si su edición fuese más rigurosa. La idea que late tras Wikipedia no es muy diferente a la que movió a ciertos ilustrados franceses, en la segunda mitad del siglo XVIII, a publicar la ínclita Enciclopedia o Diccionario razonado de las Ciencias, las Artes y los Oficios, esto es, la difusión del corpus total del conocimiento humano. Orillemos multitud de circunstancias que crean numerosas desemejanzas entre ambos proyectos de una distancia insalvable, y quedémonos con la cuestión, a mi juicio fundamental, del problema: si bien Wikipedia nació con la intención de que las personas con determinados conocimientos los brindasen de manera desinteresada para la elaboración de una enciclopedia en línea, contando, por tanto, con la posibilidad de participación de usuarios de diversa condición, formación y procedencia, por contraposición a la restringida nómina de los participantes en La Enciclopedia Ilustrada de D'Alembert y Diderot, ha demostrado que su ausencia de dirección genera errores que sólo podríamos calificar como ignominiosos. No representa, por tanto, una fuente fiable de conocimientos. No quiero decir con esto que Wikipedia no albergue contenidos singulares de cierta relevancia, sino que, considerada en su globalidad, sería deseable una revisión de su estructura, ya que una enciclopedia que se precie de ostentar tal denominación, no puede mostrar información errónea, ya sea por ignorancia de los editores, ya sea por manipulación informativa.
Lo que realmente constituyó un fermento para que me decidiera a escribir sobre este tema, fue la lectura del artículo de Pablo Martínez Lozada aparecido en el número de julio de la revista Letras Libres, titulado, significativamente, Wikretinos. No comparto con el autor la ocurrencia dogmática de que la creación literaria, específicamente novelística, deba basarse per se en una experiencia o tarea individual. La aberración inherente a la escritura de una novela Wiki no radica en la pluralidad de voces, sino en la falta de concierto, de una mente o dos o tres que rijan los destinos de la obra. Evidentemente, si cien personas decidieran escribir una novela, por mucho que se contase con un regidor, el caos obraría como en el resto del universo. No obsta ello para eludir la posibilidad de la escritura colectiva.
La falta de argumentos para semejante petición de principios me facilita la tarea de no tener que explicar mi desacuerdo cuando Pablo dice en el citado artículo "Pero sucede que el novelístico es un medio que sirve a la expresión individual por encima de todo lo demás; y cualquier intento serio de volver colectivo lo que se acepta culturalmente como exclusivo del dominio individual está condenado a fracasar." ¿Condenado a fracasar? Si nos referimos a la wikinovela no cabe duda, pero no en lo que atañe a una hipotética novela colectiva: aquí el intríngulis de la cuestión no es el número (uno, dos o tres), como si estuviéramos discurriendo la teratológica trinidad católica, sino si la escritura deviene en obra literaria y no en folletín de diletante. Sin embargo, quisiera reproducir aquí la profecía que emite Pablo Martínez Lozada sobre el futuro de Wikipedia, y que comparto enteramente:
"Quien de esto sabe mucho más que yo opina que la Wikipedia se va a autodestruir en poco tiempo y sólo va a ser recordada como un experimento fallido, precisamente por la incompatibilidad de la libertad de edición colectiva con el rigor mínimo indispensable para la transmisión responsable del conocimiento."
Por cierto, no dejen de leer el resto de ensayos y reseñas del número de Letras Libres correspondiente a julio.
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